RENDIMIENTO
LABORAL
Se
define como “rendimiento laboral”, como aquellas acciones o comportamientos
observados en los empleados de la organización, que son relevantes en los
objetivos y que pueden ser medidos en términos de las competencias de cada uno
de ellos y su nivel de contribución a la organización. Es una apreciación
sistemática de cada persona en el cargo o del potencial de desarrollo futuro.
Constituye el proceso por el cual se estima el rendimiento global del empleado.
La mayor parte de los empleados procuran obtener retroalimentación sobre la
manera en que cumple sus actividades y las personas que tienen a su cargo.
Motowidlo
(2003) define el concepto como sigue;
“El
concepto de rendimiento laboral, lo concibe como el valor total que la empresa
espera con respecto a los episodios discretos que un trabajador lleva a cabo en
un periodo de tiempo determinado. Ese valor, que puede ser positivo o negativo,
en función de que el empleado presente un buen o mal rendimiento, supone la
contribución que ese empleado hace a la consecución de la eficiencia de su
organización”. (pág. 86)
Por
otro lado Campbell McCloy, Oppler y Saer (1993) sostienen:
“La eficacia de un individuo se refiere
a la evaluación de los resultados de su rendimiento. Desde una perspectiva
histórica, la conducta del empleado ha sido considerada una de las causa de los
niveles de producción (outputs) de una empresa, siendo este uno de los medios
para evaluar la eficacia del rendimiento”. (pág. 122)
Según Waldman (1994)
manifiesta:
“En las organizaciones se emiten juicios
acerca de la eficacia de los trabajadores en función de los resultados que
alcanzan o los volúmenes producidos. Por esto, se podría decir que medir el
rendimiento es cuantificar lo que el empleado ha hecho y su evaluación consiste
en asignar un juicio del valor o la calidad de esa medida cuantificada del
rendimiento”. (pág. 89)
El RENDIMIENTO COMO UNA CONDUCTA DENTRO
DE LA ORGANIZACIÓN
A
fin de comprender al Rendimiento laboral de los trabajadores de una
organización, existe un grupo de autores y especialistas para los que es
correcto considerar al rendimiento como un conjunto de conductas en el entorno
laboral, en lugar de definirlo como el resultado de las mismas.
Desde
el punto de vista, los términos productividad,
excelencia, eficiencia o eficacia se referían a los resultados, mientras
que el rendimiento se refiere a los comportamientos que se dirigen a
la consecución de dichos resultados.
Sin
embargo desde el punto de vista conductual, si bien el definir el rendimiento
en términos de conductas nos ayudaría a ver la relación entre conductas y sus
resultados, no se puede excluir a estos últimos. Los modelos conductuales
precisan justamente que los resultados nos proporcionan el contexto de
rendimiento, aclarando a los trabajadores hacia donde deben dirigir su
conducta. De la misma manera, quedarnos en el extremo contrario, centrándonos
en exceso y exclusivamente en el resultado, tampoco es eficaz. Por eso, al
gestionar el rendimiento necesitamos tanto los “resultados” como las “conductas”,
y esta es precisamente, la tendencia actual en las organizaciones a la hora
de evaluar el rendimiento de sus trabajadores.
Según
Willliams, (2003) nos manifiesta:
“Si nos concentramos demasiado en el
volumen producido o los resultados, corremos el peligro de obviar los medios
por los que se obtienen los resultados. Pero centrar excesivamente nuestra
atención en las conductas puede llevar a olvidar la importancia de lo que el
trabajador es. Por ello, seguramente sea mejor adoptar una perspectiva amplia
de las competencias que reconozcan la importancia para el rendimiento de
determinados aspectos del individuo, como es su personalidad. De esta
perspectiva, aunque definamos una competencia como el impulso de obtener unos
resultados mediante sus manifestaciones conductuales, tales conductas son
reflejo de una combinación de características personales que podrían fácilmente
ser olvidadas si nos centramos en las conductas exclusivamente”… (pág. 102).
No
obstante, no debemos olvidar lo que afirma Campbell (1993):
“Las
consecuencias y los resultados en el trabajo no están bajo el control total y
exclusivo del empleado, sino que pueden existir muchas otras causas de un mal
rendimiento que no dependen del trabajador en sí, como por ejemplo:
·
Practicas
organizativas: mala comunicación interna, formación
escasa, destino no apropiado, falta de atención a las necesidades del
trabajador, directrices de trabajo poco claras, etc.
·
Preocupaciones
relacionadas con el puesto: requisitos cambiantes o poco claros,
aburrimiento o carga de trabajo excesiva, escasez de oportunidades de
desarrollo, problemas con los compañeros, falta de recursos, falta de
habilidades para el puesto, etc.
·
Problemas
personales: familiares, económicos, inestabilidad
emocional, problemas para conciliar con el trabajo y familia, etc.
·
Factores
externos: sector con mucha competencia conflicto entre los valores
éticos del trabajador y las demandas del puesto, conflictos entre sindicatos y
dirección, etc. (pág. 145)
¿QUE MEDIR DEL RENDIMIENTO
DE LOS TRABAJADORES?
Como
lo mencionamos anteriormente, en el constante día a día de los trabajadores, el
término rendimiento suele emplearse de forma poco estricta, incluyendo
resultados y conductas. Sin embargo aunque el rendimiento es conducta, “no toda conducta es sinónimo de
rendimiento”, solo la conducta que es relevante para los objetivos organizacionales
suele considerarse rendimiento. Entonces ¿Qué tipos de rendimiento o
facetas del rendimiento debemos evaluar? Generalmente se distinguen 2 tipo
diferentes de rendimiento en función de sus consecuencias para la organización.
Según
Borman y Motowdlo (1993), este tipo de conductas pueden ser de dos tipos: el
primero se basa en la transformación de materias primas en bienes. El segundo
implica realizar tareas que faciliten la anterior, como por ejemplo, la
planificación o la supervisión, definiendo a estos 2 tipos de rendimiento a continuación
1.
Rendimiento
de Tarea o Intra-Rol: se refiere a las conductas de los
trabajadores respecto a sus tareas u obligaciones laborales, y se compone de
diferentes elementos, como:
- Posesión
de los conocimientos, habilidades y/o técnicas necesarias para realizar las
tareas.
- Formación
para otros trabajos o actualización para los cambios en las demandas de las
mismas tareas.
- Aplicación
del conocimiento, tareas y técnicas para conseguir los objetivos
organizacionales. (pág. 177)
2. Contextual
o extra – rol: conductas que la organización no exige de manera formal, pero
que son necesarias para su éxito global, se caracterizan por ser:
- Voluntarias:
nunca están entre las obligaciones del puesto.
- Intencionales:
es el individuo quien decide comprometerse con su empresa a través de sus comportamientos.
- Positivas:
pretenden beneficiar a la organización.
- Desinteresadas:
la principal motivación no es un bien personal, aunque no lo excluya. (pág.
178)
Los
trabajadores pueden contribuir al contexto del trabajo de distintas maneras:
1. Mejorando
las circunstancias psicosociales de la organización: al promover la
cooperación, comunicación, confianza, etc. entre los empleados, o al colaborar
para evitar o reducir los conflictos.
2. Aumentando
su predisposición para incrementar el valor de la organización gracias a sus
conductas (por ejemplo, aceptando condiciones de trabajo adversas).
3. Realizando
conductas que ayuden a la empresa a ahorrar recursos (por ejemplo, reutilizando
el papel impreso).
Otros
autores se refieren al rendimiento como:
“Conducta de buena ciudadanía
organizativa” (Bateman y Organ, 1983).
“Conductas
suplementarias a la función” (Van Dyne, Cummings y Parks, 1995)
Comportamientos
Contraproducentes en el Trabajo
Según
(Roberts, Harms, Caspi y Moffitt, 2007), los comportamientos contraproducentes
en el trabajo, son aquellos comportamientos realizados de forma intencionada,
por algún empleado, siendo considerado por la empresa como contrarios a sus
intereses y en los cuales la organización no se ve beneficiada. Entre estos,
podemos señalar.
·
Robo y comportamientos relacionados
·
Destrucción de la propiedad
·
Mal uso de la información
·
Mal uso del tiempo y los recursos
·
Realización de comportamientos no seguros
·
Absentismo
·
Baja calidad del trabajo
·
Consumo de alcohol y/o drogas
·
Acciones verbales inapropiados
·
Acciones físicas inapropiadas (por ejemplo,
acoso sexual)
Teoría del Rendimiento Organizacional
Por su parte, también
Cambell, 1993, presenta en su teoría del rendimiento organizacional con un
modelo de 8 factores que lo componen:
1.
Competencia de tarea específica del
puesto: grado en que es capaz de realizar las tareas
básicas o técnicas fundamentales para el trabajo. Son las conductas específicas
que distinguen el contenido básico de los puestos.
2. Competencia
de tarea no específica del puesto: grado en que es capaz de
realizar tareas que son importantes para la organización pero que no están
especificadas o descritas para el puesto de trabajo.
3. Competencia
en la comunicación oral y escrita: grado de fluidez y recepción
de la información, para el cumplimiento de los objetivos.
4. Demostración
de esfuerzo: Grado de compromiso del trabajador con las
tareas del puesto, de manera constante e intensa en condiciones adversas.
5. Mantenimiento
de la disciplina personal: Grado en que el empleado
evita las conductas negativas (como el consumo de alcohol y drogas en el
trabajo, la infracción de las normas o el absentismo en exceso).
6. Voluntad
de facilitar el trabajo del grupo y de los empleados: Apoya a los compañeros, ayudando a
solucionar problemas, siendo un buen modelo, y manteniendo los objetivos a la
vista.
7. Supervisión/
liderazgo: conductas
dirigidas a nfluir en el rendimiento de los subordinados mediante la
interacción personal.
8. Gestión/administración:
conductas dirigidas a articular objetivos para la unidad o empresa, organizar
personas y recursos o contribuir a la resolución de situaciones problemáticas.
La Evaluación del
Rendimiento
Por
el epígrafe anterior, identificamos que facetas podemos evaluar del rendimiento
de los trabajadores de una organización, sin embargo debemos identificar ¿para
qué nos sirve la evaluación del rendimiento? Esta puede servir para muy
diversos objetivos:
·
Tomar
decisiones de Recursos Humanos con fundamento:
retribución variable (retribuir a los trabajadores en función de su rendimiento,
no solo del puesto que ocupen), promociones, despidos, etc.
·
Mejorar
el rendimiento de los trabajadores: identificar sus puntos
fuertes y débiles, aquellos aspectos en los que debe mejorar.
·
Ser
instrumento para comunicar normas y valores de la organización: que
se exige de los empleados y como conseguirlo.
·
Comprobar
la validez de las otras prácticas de Recursos Humanos:
(cuál es el rendimiento de los empleados reclutados a través de distintas
fuentes), formación (comprobar si sirven los planes de formación para mejorar
el rendimiento de los empleados), retribución (que efectos sobre el rendimiento
tiene el sistema de incentivos empleado), etc.
En
cualquier caso, cual sea el objetivo perseguido, las medidas del rendimiento
deben estar ligadas a los objetivos estratégicos de la organización. Una medida
inadecuada del rendimiento seguramente influirá muy poco en la consecución de
los objetivos. Algunas de las críticas más frecuentes a la medida del
rendimiento son: que los objetivos para la evaluación del rendimiento están
poco definidos, que no tienen conexión con la estrategia organizacional (o
entran en contradicción con está), o el
hecho de que es posible que solo se emplee para castigar a los malos
trabajadores.
Sin
embargo, las medidas del rendimiento sirven (o deberían) como puntos de
referencias para los trabajadores, pues si estos no saben dónde se encuentran
(con respecto a su rendimiento), difícilmente llegaran a donde deberían estar
(lo que la empresa quiere de ellos). Para ello, también es fundamental que los
evaluados conozcan los “criterios” de evaluación o lo que es lo mismo, aquellos
aspectos o dimensiones del trabajo de los individuos que se miden o evalúan.
Estas dimensiones les informan de la cantidad del trabajo que la organización
espera de ellos. El punto de fundamental para que un sistema de evaluación
resulte eficiente es que, además de que los criterios estén en consonancia con
el contexto de la organización (su cultura, estratégica, etc), estos se
percibían como justos y se complementen con otras prácticas de gestión de
Recursos Humanos (formación, compensación, etc). El tipo de criterio
seleccionado, facilitara un tipo u otro de medida del rendimiento. A grandes
rasgos, podemos diferenciar entre:
1.
Medidas
objetivas.
El
rendimiento se mide en función de lo que el empleado obtiene en su trabajo (número
de ventas, nuevos clientes, piezas fabricadas, etc.). el sistema más extendido
de este tipo de evaluación es la dirección por objetivos. A partir de los
objetivos de la empresa y el departamento, evaluador y evaluado establecen una
serie de objetivos para una fecha determinada, que deben ser claros, medibles y
específicos. En la fecha establecida, se evalúa en que medida se han conseguido
los objetivos. En la mayoría de los casos, lo habitual es apoyarse en una en
una evaluación más subjetiva.
2.
Medidas
subjetivas.
El
evaluador valora el grado en que el trabajador posee ciertas características
(evaluación por rasgos) o muestra ciertos comportamientos en su puesto de
trabajo (evaluación por comportamientos o competencias). Esta forma de evaluar el
rendimiento pretende incentivar aquellos comportamientos que puedan mejorar los
resultados económicos. Así, aunque estos no sean buenos, si el trabajador ha
hecho todo lo que estaba en su mano, puede incluso recibir buenas evaluaciones
y no verse perjudicado injustamente.
Modelos
Explicativos del Rendimiento Laboral
Según
Moorhead y Griffin (1998) los primeros modelos del rendimiento no precisaban
con exactitud su naturaleza pero lo consideraban como una función de las
habilidades y la motivación del trabajador, esto se mantiene con fuerza en las
teorías actuales. Sin embargo, estas han elaborado considerablemente la
proposición original, demasiado básica.
a. Un
ejemplo fundamental es la teoría del rendimiento presentada por Campbell (1990). Según esta, hay 3
determinantes básicos de la conducta:
1.
Conocimiento
declarativo: los conocimientos sobre los hechos y las
cosas (saber que hacer), principios, objetivos, autoconocimiento. Es función de
muy diversos factores: habilidad, personalidad, intereses, educación,
formación, experiencia, aptitud/interacciones de trato.
2.
Conocimientos
sobre los procedimientos y habilidades: habilidad cognitiva,
psicomotora física, de autogestión, interpersonales.
3.
Motivación,
definida
como conducta de elección, es decir:
- La elección de actuar o invertir
esfuerzo
- La elección del nivel de esfuerzo
- La elección de persistir en el tiempo
Esta es función de
cualquiera de las variables independientes establecidas en cualquier teoría de
motivación.
Como
podemos observar, el modelo propone que la causa directa de lo que las personas
hacen es una función de los conocimientos, las habilidades y la motivación,
aunque la combinación exacta no queda clara, ya que no es fácil definir el rol
de los factores individuales (Viswesvaran y Ones, 2000)
b. Otro
modelo fundamental es el Furnham (1992), que considera cinco factores básicos
relacionados con el comportamiento laboral:
·
Habilidad.
Grado
en el que el trabajador puede realizar con eficacia los múltiples procesos de
coordinación necesarios para alcanzar una meta concreta. Incluye tareas que van
desde las relativamente simples (como de coordinación mano - ojo) hasta las más
complejas, que requieren procesos de decisión intelectual, y que se relacionan
con la inteligencia (aunque son distintas).
·
Factores
demográficos. Factores como el sexo, la edad o la
educación, generalmente, los factores demográficos se relacionan
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